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Las mujeres de Villa Grimaldi

ENRIQUETA DEL CARMEN REYES VALERIO

 

El sábado 1 de noviembre de 1975, alrededor de las 20:30 horas llegó a su domicilio de Larraín Gandarillas, la sede de la Congregación de Santiago., el padre Guillermo Halliden Howard, de nacionalidad irlandesa, Superior Regional de la Congregación de San Columbano.

Media hora más tarde llegó allí la Dra. Sheila Cassidy, quien vive en Bilbao con Larraín Gandarillas de Santiago, con el objeto de visitar a la religiosa Constanza Kelly, que se encontraba enferma. Poco después, el padre Guillermo se instaló en su oficina en el segundo piso, donde también estaba la pieza de la enferma. Repentinamente, sintió en el silencio de la noche una ráfaga de metralletas y un grito horrendo y prolongado. Pensó que la casa estaba siendo asaltada por ladrones. Bajó a la planta baja y al entrar al living, vio en el suelo a su ama de casa, ENRIQUETA REYES VALERIO, de 30 años, separada, 4 hijos, quien prestaba sus servicios de la Congregación. A su alrededor había mucha sangre. El sacerdote llamó a radio patrullas, dando cuenta del brutal incidente. Luego sobrevino una nueva ráfaga de metralletas desde el antejardín que da a la calle Larraín Gandarillas. Se escucharon nuevas ráfagas de metralletas. El sacerdote se dirigió hacia el rondo de la propiedad y llegó a un pequeño patio interior que deslinda con la casa del señor Alberto Balart. Sorpresivamente se encontró con 3 civiles armados de metralletas que se aprestaban a saltar la muralla divisoria.

Más tarde subieron los civiles por la escalera al 2º piso y procedieron a allanar todas las dependencias. Se encontraron con la religiosa enferma, que estaba arrodillada rezando. Le pegaron un puntapié y la hicieron bajar al primer piso con las manos en alto, apuntada por sus aprehensores.

El jefe del grupo llamó a la ambulancia para que se llevara el cuerpo de la señora Enriqueta, que según la Dra. Cassidy, seguía con pulso. Posteriormente, al volver al living, el sacerdote vio a tres uniformados de carabineros. Dos eran oficiales. Se alegró mucho pues pensó que eran los que él había llamado por teléfono. Los aprehensores se llevaron a al Dra. Cassidy y a su empleada después de dejar cortado el teléfono y los citófonos. Un poco antes que se fueran, había llegado la ambulancia llevándose a la moribunda.

1 comentario

angel Reyes valerio -

Gracias por recordar lo de mi hernana la cual hasta el dia de hoy la recordamos con mucho dolor hoy a casi cumpirse 40 años de los hechos mis padres la lloran y recuerdan sin poder entender como pudieron ser tan crueles los organismos de la dictadura de pinochet